Christine de Pizan, la primera feminista

El feminismo quizás está viviendo una de sus etapas más prolíficas gracias a los medios de comunicación y al eco generado en todo el mundo debido a las redes sociales; empero, es evidente que la semilla de este movimiento no se plantó apenas, ni siquiera en el siglo pasado, sino en el XV.

A finales de la Edad Media en Francia ya existía una mujer que pensaba distinto: creía que la inferioridad impuesta a las mujeres no era una cuestión natural, sino cultural. Esta mujer tan revolucionaria fue Christine de Pizan. 

Es evidente que, por la época, Christine debió pertenecer a una familia acomodada para recibir educación y, en efecto, así ocurrió. Su padre fue Tommaso da Pizzano, un hombre estudioso y sabio que llegó a ocupar cargos importantes junto a la realeza; él creía que sus hijos varones y su primogénita debían recibir la misma formación, por ello Christine estudió historia, filosofía y medicina, además de que tenía acceso a la biblioteca del palacio real del Louvre.

Cuando ella tenía 15 años, su progenitor le acordó un matrimonio con un buen hombre, con éste tuvo tres hijos y vivió feliz durante una temporada; no obstante, la situación histórica de su país y las desafortunadas muertes de su marido y de su padre originaron que a sus 25 años quedara viuda y a cargo de su madre y sus pequeños.

La lógica indicaba que Christine debía volver a casarse para arreglar su situación económica, mas ella se decantó por hacer algo que no se veía en esos tiempos: asumió toda la responsabilidad y los gastos de su familia, ya que se hizo cargo de un taller de escritura y en sus ratos libres continuaba escribiendo como cuando era más joven. 

Su talento literario después de un tiempo le dio la estabilidad económica que necesitaba, pues sus baladas y demás textos eran apreciados por gente adinerada y de altos mandos, así obtuvo reconocimiento en toda Europa. 

En 1405 escribió el libro que le serviría para exponer todo lo que pensaba sobre la desigualdad entre sexos, La ciudad de las damas; en él de manera alegórica creó un lugar únicamente habitado por mujeres capaces de acceder a la formación que, en la realidad, sólo era accesible para los hombres. Ella, a través de sus letras, defendía la idea de que los hombres y las mujeres tenían las mismas capacidades y sólo bastaba que éstas últimas recibieran la oportunidad indicada para demostrarlo. 

Después de varios eventos políticos, ella se refugió en un convento y su labor literaria decreció, sin embargo, sus ideas vencieron al tiempo, pues son la base del  feminismo moderno. 

Fuentes:

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