La eminencia en gimnasia, una de las atletas más jóvenes en recibir un puntaje de 10 perfecto en las barras asimétricas, durante los Juegos Olímpicos de 1976. Ganó 3 medallas de oro, una de plata y una de bronce. Sus rutinas la volvieron una estrella mundial, y ayudaron a popularizar la gimnasia. Sin embargo, el esfuerzo, la violencia e incluso el abuso, se convirtieron en parte de su vida, todo para lograr el éxito en el mundo deportivo.
Nadia Comaneci, nació en la localidad de Oneşti, Rumanía, nacionalizada estadounidense, y es considerada como una de las mejores gimnastas de todos los tiempos. Cuando tenía seis años, el célebre entrenador Béla Károlyi se fijó en ella. Con nueve años, Nadia empezó a competir a nivel nacional y a lograr sus primeras victorias.
Mientras todos los demás niños disfrutaban su infancia, ella vivía un tormento, del que pudo irse escapando; dejo Rumanía tras el régimen de Nicolae Ceaușescu, para poder llegar a Estados Unidos; mientras era un ejemplo a seguir para muchos, ella quería escapar de sí misma.
La violencia psicológica que sufrió de parte del entrenador Béla Károlyi, fue demasiada, hasta llegar al punto de dejarla sin comer; perdió totalmente su infancia, tras siete horas de entrenamiento diario, y no tuvo amigo alguno. Era perfecta y triste como un robot.
El trabajo arduo de Nadia dejó resultados, logrando ese diez perfecto que la mayoría recordaremos; al ganarlo, llegó el punto donde ya no sabía que hacer de su vida, Béla, al final, le ofreció que regresara a esa vida ordinaria, pero ella se opuso.
Con tan solo 14 años de edad, recibió la medalla de oro de la Hoz y el Martillo; la nombraron Héroe del Trabajo Socialista, sin embargo, su triunfo se volvió su condena. La dictadura que se encontraba en su país natal, hizo que la persiguieran, la presionaran y, por supuesto, que la vigilaran. Tras ese suceso, entró en depresión y cambió su look, además de que empezó a crecer y a engordar, logró bajar de peso, pero solo la mitad, y su vida deportiva se fue hundiendo lentamente. En 1981, se retiró de las competencias.
A sus 55 años, Nadia se considera una persona normal, tiene un hijo y ha dejado de lado la gimnasia, tal vez aún se recuerde su nombre y, a veces, es mencionada cuando la comparan con las nuevas generaciones, pero agradece haber dejado de lado su vida como atleta, para disfrutar a su familia.