«La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma.»
George Sand
Aurore Dupin, mejor conocida como George Sand, es una de las mujeres más polémicas del siglo XIX, escritora francesa de pensamiento divergente que, a pesar de las condiciones de la época, sus inquietudes literarias, políticas y sociales, supieron posicionarla dentro de una sociedad opresora.
Amandine Aurore Lucile Dupin, nació el 1 de julio de 1804 en París, Francia, hija de un oficial del Ejército francés llamado Dupin, descendientes del rey Augusto II de Polonia. Se educó con su abuela paterna en la propiedad de Nohant, durante sus primeros años, pero terminó sus estudios en un convento de París. Se casó en 1822 con el barón Casimir Dudevant, con quien tuvo dos hijos y de quien se divorció en 1830.
La prolífica escritora, reflejó en sus obras la situación de las mujeres de su época; escribió sus dos primeras obras en colaboración con el novelista francés Jules Sandeau, publicadas baja el nombre de Jules Sand; fue hasta 1932, con la novela «Indiana» que firmó como George Sand.
Gracias a su separación, Aurore cambió de actitud radicalmente, destacándose por su nueva costumbre de vestir con trajes de hombre y una afición por fumar puros; esto le permitió acceder a zonas y lugares destinados a los hombres, además de tener un sinfín de amantes, entre los que sobresalieron Alfred Louis Charles de Musset y Fryderyk Franciszek Chopin.
Al producirse la revolución de 1848, acudió a París y participó de forma activa en los acontecimientos, defendiendo los derechos del pueblo y las libertades individuales, al mismo tiempo que proclamaba la solidaridad entre los seres.
Meses después regresó a Nohant, donde residió casi de forma permanente hasta su muerte, y desde donde protegió a escritores jóvenes y talentosos como Gustave Flaubert. Falleció el 8 de junio de 1876, de un cáncer gástrico. Tras su muerte se publicó su diario íntimo y su correspondencia.
Una mujer adelantada a su época, que nos dejó grandes clásicos de la literatura, llenos de palabras y pensamiento únicos.