Activismo gordo: el fin de la dieta

Hoy en día, el hecho de ser gordo o gorda no se limita a un sobrepeso, sino que el término se ha cargado de diferentes acepciones que la misma sociedad ha impuesto, formando grandes barreras para poder comprender el trasfondo de todo.

El vocablo se ha llegado a entender como la condición física en la que no serás objeto de deseo, y vivirás sospechado de ser responsable de desórdenes psíquicos y de un declive de la voluntad que lleva al abandono. Tendrás que explicar tu falta de mesura y tu tendencia a la improductividad, entendiendo que los seres gordos son personas flacas con malos hábitos alimenticios.

La «gordofobia» está en todas partes y la padecemos todos, no solamente las personas obesas. ¿Cuántos de nosotros hemos exclamado al mirarnos al espejo: “¡estoy gordo(a)!”? ¿Cuántas veces hemos intentado sostener dietas inhumanas para llegar “en forma” al verano? ¿Cuántas veces hemos comido un delicioso y suculento pastel para, después de un rato, sentirnos flojos e inútiles? Sin excepción, todos formamos parte de este círculo vicioso, directa o indirectamente.

Y es que el miedo y la desconfianza que despierta un cuerpo obeso, se sostiene sobre un sistema de control y normalización que se refleja en todos los ámbitos de la vida, desde la familia, pasando por instituciones educativas, hasta llegar propiamente a la medicina.

Desafiar la mirada hegemónica que establece las pautas para una vida «saludable» erradicando la gordura, es una de las metas que explora el «Activismo Gordo», un movimiento que tiene al menos cuatro décadas en los países anglosajones y que. en Argentina. ha tomado impulso desde hace algunos años con cadencias propias e intervenciones. de acuerdo con contextos específicos.

El activismo gordo no reconoce género ni identidad sexual: es un movimiento que busca deslegitimizar la palabra, dejar de negarla y mostrar el cuerpo gordo. Sus horizontes políticos engloban una amplia serie de expectativas de transformación, y estrategias políticas que se esfuerzan por garantizar la libertad de los cuerpos gordos –en particular– y el reconocimiento de la diversidad corporal, en general.

Este activismo centrado en la gordura, se distancia completamente del feminismo que se ha ocupado de la opresión estética de las mujeres, pues para el caso, únicamente se ocuparon de la distorsión de la imagen corporal que padecen muchas féminas, o de los trastornos alimentarios, pero lo han hecho afincadas en el privilegio de ciertas corporalidades femeninas, dejando de lado la discriminación, injuria y fobia, que sufren las personas con alto peso corporal.

«Se lucha contra la opresión, la discriminación y la vulneración, de derechos humanos que vivimos las personas gordas, como todas las personas que nos alejamos de la norma en cuanto al género, lo sexual y al cuerpo. Buscamos crear modos de vida más libres y amables mostrando que, a partir de la discriminación y la vulneración de los derechos humanos de las personas diversas, toda la retórica de la diversidad y la inclusión queda chica. Estallamos esos moldes y patrones», afirma Laura Contrera, profesora de filosofía, abogada y activista, gorda.

@reinasdelaselva

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