Qiu Jin era una mujer que marcaba una gran diferencia con las mujeres nacidas a finales del siglo XIX en China.
Cuando Qiu era niña escribió poesía y enfocó sus estudios sobre heroínas marciales en China como Hua Mulan (la inspiración de Mulán de Disney), su sueño era ser autora y tener su propia obra literaria.
Entre la incertidumbre de la época en que vivía, surgieron oportunidades para mujeres que contaban con la mínima educación, como Qiu , lo que provocó que se presentara una ola emergente de nuevas feministas, con ideales que relacionaban los derechos de la mujer y la revolución política.
Sin embargo, el legado de Qiu no radica solo en su liderazgo, si no también la disposición para sacrificar su vida, en última instancia, con tal de defender sus ideales.
Qiu Jin vivió en la época en que las mujeres en China no tenían permitido salir de sus casa, Qiu no solo se involucró en la política, si no que logró que sus acciones se convirtieran en una rebelión.
A lo largo de su vida escribió a menudo sobre los roles de género opresivos en China.
Pero sus intenciones iban en contra de la sociedad patriarcal de China, que se basaba en que el lugar de la mujer era el hogar, Qiu tomó valor para no rendirse y se convirtió en la primera defensora de la liberación de las mujeres.
Desafió las normas de género y de clase, quitándose las vendas de los pies, e inició a vestirse con prendas que se consideraban para hombres, y dejando a sus familia, para prepararse académicamente en el extranjero.
Para Qiu, la vida en la capital era menos aburrida, pues inicio a hacer amistad con mujeres que tenían los mismos ideales que ella, así inició su interés en los asuntos políticos de China.
Así que a sus 28 años, tomó la decisión de dejar a su esposo y a sus dos hijos, vendió sus joyas y salió a Japón
En Tokio se inscribió a la Escuela Práctica para Mujeres, y lejos de enfocarse en su preparación, le dio más importancia a mantener contacto con otros estudiantes chinos, que buscaban reformar su tierra natal, al igual que ella.
Regresó a China en 1906, con la determinación de luchar por las mujeres y con toda la intención de derrocar al gobierno Qing.
Luego del asesinato de uno de sus amigos y compañero, Qiu fue advertida por sus amigos, pues el gobierno estaba en su busca, por ser cómplice de su amigo, el que había sido ejecutado, ella se negó a huir, Qiu intentó contraatacar, pero su captura fue muy rápida; fue torturada y decapitada.
Su legado se consolidó en 1907, cuando fue decapitada por el ejército imperial, el motivo fue la acusación hacia su persona por conspirar para derrocar al gobierno, dirigido por manchúes de la dinastía Quing. Este acto fue lo último que Qiu logró hacer, y la llevo al panteón de los mártires revolucionarios chinos.
Sus actos la llevaron a ser conocida como la “Juana de Arco china”.