Las mujeres rohingyas

Desde tiempos inmemoriales, el grupo étnico rohingya, de Birmania, ha sido fuertemente discriminado por la misma población, debido a que no se les considera un grupo étnico que pertenezca a su país. El origen de los rohingyas es bengalíe –de Bengala Occidental–, posteriormente emigraron a Birmania, donde fungen como el grupo étnico minoritario.  Por ello, no son considerados ciudadanos legítimos; para la población de Birmania, es un grupo ilegal.

“Los rohingyas no son considerados un grupo étnico. Ellos quieren ser reconocidos como tal, lo que les daría derecho a la ciudadanía. Esa es la historia del problema, y el problema continúa porque son el grupo más pobre y dolido en el sur de Asia”, afirma David Steinberg (especialista en Birmania y profesor emérito de Estudios Asiáticos de Georgetown University).

Durante el 2016, este grupo fue expulsado por el Ejército Birmano, quien les dio el ultimátum «se van o los matamos». No obstante, para las mujeres rohingyas, no ha sido nada fácil la situación, debido a que ellas comenzaron a huir, una vez que la violencia sexual cayó sobre ellas por parte de los militares.

Este grupo minoritario emigró a Bangladesh, país que colinda al noreste con Birmania. Sin embargo, Bangladesh, al ser un país precario con altas tasas de pobreza, es muy difícil que pueda brindar ayuda alguna, además que parte de la población tampoco quiere aceptarlos. Así es como, los rohingyas se encuentran en «tierra de nadie», ya que no pertenecen ni en Birmania, y mucho menos en Bangladesh.

Al sureste de Bangladesh, se encuentra la ciudad Cox’s Bazar, ciudad que ha visto llegar innumerables mujeres víctimas de la violencia sufrida en Birmania. Mujeres que han sido despojadas de sus pertenencias, su familia, y que incluso han visto la muerte de frente, ya sea de su hermana, su madre, o de alguna conocida; mujeres que fueron violadas y corrieron con la suerte de no haber sido asesinadas.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), ha recogido testimonios de todas las mujeres rohingyas que se han animado a hablar. Desafortunadamente, no todas lo hacen, ya sea por vergüenza, miedo o por el estigma de haber sufrido una violación; infortunio que hace más complicado sacar cifras reales y veraces del impacto de violencia que el ejército birmano ha ejercido sobre el sexo femenino.

«Fue asesinada (mi hermana) tras una violación colectiva delante de mí. A mí me echaron agua caliente en el cuerpo. No puedo dormir, mi vida es una pesadilla, no puedo soportar el dolor de perder a mi hermana.» Testimonio anónimo.

Por su parte, la ONU y la ONG han establecido que, constituyen crímenes contra la humanidad el grado de violencia que ha habido contra el grupo étnico, así como contra las mujeres del mismo. Los asesinatos y el desplazamiento forzoso, son abusos que ya están siendo tratados por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El UNFPA  ha ofrecido apoyo y servicios, como terapias y atención sanitaria, a las supervivientes de violencia de género y agresión sexual. Cabe destacar que, así como las mujeres rohingyas sufrieron violencia en Birmania, también han padecido agresiones sexuales en la ruta migratoria o violencia de género en el campo de refugiados.

@reinasdelaselva

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