Mujeres: invisibles para la medicina

“Las mujeres tienen órganos que no sienten como suyos, cuyas funciones les son ajenas
y de los que disponen los entendidos en el terreno que sea.”

Victoria Sau

A lo largo de la historia, las mujeres muy difícilmente han tenido control sobre sus vidas y sobre sus cuerpos. Ha sido una lucha constante el llegar a las libertades de las que actualmente gozan, sin embargo, aún existe una brecha muy grande por librar.

El ámbito de la medicina no es la excepción, siempre se ha querido remitir al campo médico, cada síntoma y consecuencia natural de los ciclos de la mujer, sin importar los efectos secundarios. Ejemplos de esto son los siguientes casos:

  • La menstruación sigue siendo un tabú, hoy en día, en muchos lugares.
  • Hay muchos métodos anticonceptivos hormonales que «ayudan» a las dolencias de la menstruación.
  • La gran mayoría de los anticonceptivos van dirigidos a la mujer, la mayoría tienen efectos secundarios que afectan bastante el aspecto físico y anímico de la paciente.
  • En cuestión de partos, se medicaliza e interviene de manera excesiva.
  • La mayoría de las enfermedades autoinmunes, por exposiciones ambientales, tienden a afectar a la mujer en la mayoría de los casos. Estos casos no son estudiados como debiera ser.
  • Existe discriminación hacia la mujer, en enfermedades coronarias.
  • Únicamente el 38% de las investigaciones médicas tienen a mujeres dentro de ellas.

La Dra. Carme Valls Llobet es especialista en Medicina Interna y Endocrinología, Directora del Programa Mujeres, Salud y Calidad de Vida, del Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) de Cataluña, y durante varios años se ha dedicado a investigar tal fenómeno discriminatorio, consiguiendo redactar dos libros: “Mujeres invisibles” y “Mujeres, salud y poder”.

“El cuerpo de las mujeres ha sido considerado culpable de los males sociales y personales en casi todas las culturas. Los fenómenos fisiológicos, como la menstruación, han sido tabú para muchos pueblos primitivos. La salud física y mental de las mujeres no ha sido investigada por la medicina androcéntrica. La separación de cuerpo y mente, dando prioridad al primero, ha considerado como patológico, cualquier manifestación de los síntomas en el cuerpo, y se han medicalizado acontecimientos naturales como la menstruación o la menopausia.

El malestar de la mujer, fruto de las condiciones de vida y trabajo, sometida al doble o el triple de jornada, se ha querido atribuir a la ansiedad y depresión, sin considerar los efectos que el estrés físico y mental causan en el cuerpo humano. La salud de las mujeres aún permanece INVISIBLE PARA LA MEDICINA, y su cuerpo es objeto de la mercadotecnia cosmética y de la cirugía estética.”

Dra. Carme Valls Llobet

De hecho, los tabúes del cuerpo femenino acontecen cuando:

  • No se diagnostica la raíz del problema.
  • Al querer prevenir enfermedades, y en su lugar se producen otras. Un claro ejemplo es la vacuna VPH suministrada a niñas, hasta la menopausia.

Si nos remontamos en el tiempo, podremos recordar cuando todo mal de la mujer, se le atribuía a locura, a que estaba mal de la cabeza, sin antes adjuntar algún diagnóstico serio y premeditado.

Lamentablemente, incluyendo el área laboral, también se ve afectada por una brecha de género muy grande, pues en las investigaciones médicas hay muy poco empoderamiento femenino.

“Hasta los años 90 era muy difícil encontrar trabajos de investigación que incluyeran mujeres. Desde el año 1993, por una directiva que de la Agencia Nacional de Estados Unidos para la Investigación en Salud (NIH), que consiguió la Dra. Bernardine Healy, cuando fue su directora, al menos en Estados Unidos se acordó que no se concederían subvenciones con dinero público, que no incluyeran mujeres en los trabajos de investigación. Empezó un cambio, que fue seguido por el esfuerzo de muchas mujeres que han dirigido grandes revistas médicas, como Marcia Angell, que se negaron a publicar trabajos que no incluyeran mujeres en las cohortes de investigación, y que no diferenciaran por sexos los resultados.

Aunque actualmente solo un 38% de los trabajos de investigación cumplen este requisito, hemos avanzado un tercio después de la nada que teníamos anteriormente. Además, se están incorporando los estudios sobre género, y diferencias en algunas facultades de Medicina y Enfermería; muy lentamente, demasiado para mi gusto, el estudio de las diferencias en el enfermar, entre mujeres y hombres.»

@reinasdelaselva

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