
Recién se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, un día que invita a la reflexión sobre el papel de las mujeres en la sociedad. A lo largo de la lucha feminista, se han conseguido cosas importantes como el derecho al voto y al aborto, no obstante aún hay terrenos donde reina la participación masculina.
La industria de la automoción sigue careciendo de participación femenina, pues aún se concibe como un área enfocada a los hombres. Fue justo en este ámbito donde resaltó Bertha Ringer, mejor conocida por su apellido de casada, Benz.
Ella nació en 1849 dentro de una familia acomodada de Alemania, creció en una época donde se tenía la certeza de que el papel fundamental de la mujer era procrear. Aunque siempre tuvo interés por los autos, no fue hasta que conoció al joven ingeniero Carl Benz que pudo desarrollarse en el sector automotriz.
Bertha y Carl Benz contrajeron matrimonio en 1872, pese a que ella era adinera y él era un pobre ingeniero. Benz buscaba crear el primer carruaje motorizado y fue Bertha quien destinó parte de su fortuna para apoyarlo; aunque los primeros años fueron difíciles, ella siempre impulsó a Carl a continuar.
Fue hasta 1885 que Carl Benz consiguió crear el carruaje a motor convirtiéndose así en el inventor del automóvil. Pero por desgracia el invento no atrajo el interés de la gente, por ello y para demostrar la utilidad del mismo, Bertha decidió conducir el vehículo –sin permiso de las autoridades– para recorrer una trayectoria de 106 km, de esta forma pasó a la historia como la primera mujer en conducir un auto.
Mercedes-Benz relata que “las carreteras intransitables, la falta de combustible, las válvulas obstruidas o el cableado a punto de romperse” nunca hicieron desistir a Bertha y, pese a todo pronóstico, su plan tuvo éxito: la gente comenzó a pedir viajes de prueba.
A la historia de Bertha y Carl bien podría acompañarla la frase que dice “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, sin embargo, es una oración que merece reescribirse, pues una mujer no está detrás, está al lado –a la par–, incluso delante de un hombre, o simplemente está sola consiguiendo lo que se propone. Como mujeres seguimos en la lucha de reivindicarnos y defender una posición dentro de un mundo que parece dominado por el sexo masculino.
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