Ida Lupino dejó en claro que la mujer no busca ocupar el lugar del hombre en el mundo, simplemente busca ser reconocida con todas sus capacidades y atributos. Su inteligencia e intuición la llevaron a convertirse en una gran actriz, directora, guionista y productora cinematográfica.
Nació y creció dentro de un ambiente artístico, sus padres eran la actriz Connie O’Sheay el guionista de origen italiano Stanley Lupino. Durante su infancia, logró memorizar casi todos los personajes femeninos de Shakespeare, su habilidad interpretativa y su increíble sensibilidad impactaron a su familia, quien la alentó a convertirse en actriz.

Debutó a los 10 años en la obra de teatro “Sueño de amor eterno” de Henry Hathaway y más tarde en “En tinieblas” de William Wellma. Desde entonces su vida estuvo centrada en el arte del entretenimiento. De esta forma llagó a formar parte de Warner Brothers, para después convertirse en actriz independiente.
Este paso hizo que en 1949 creara Collier Young Emerald Films, una productora independiente, con la cual hizo alrededor de ocho películas catalogadas de bajo presupuesto, pero de excelente dirección fílmica.

Ida Lupino fue una mujer visionaria, logró innovar el mundo del cine desde una postura por completo femenina, algo que no se había visto antes.
En 1950 se convirtió en la segunda mujer aceptada dentro de la Directors Guild of America, aunque existían muchas mujeres dentro de Hollywood, ninguna se había arriesgado en participar en actividades realizadas por hombres tales como la producción y dirección.
Entre sus aportaciones se encuentra la creación del “home noir” un subgénero del cine que consiste en la combinación del melodrama femenino y el cine negro. La mayoría de sus trabajos estuvieron marcados por crear personajes femeninos reales, que rompieran con los estándares de belleza y personalidad.