Un día cualquiera alguien te informa que tu rostro y tus datos están en una aplicación que se encarga de subastar mujeres, como si fueran un objeto que el mejor postor puede adquirir… Así le ocurrió a decenas de mujeres indias a mediados del 2021 y hace apenas unos días.
En India las mujeres musulmanas representan una clara minoría, pues tan sólo el 14.2% de los habitantes de ese país siguen dicha religión. A pesar de que la sociedad parece avanzar y muchas mujeres musulmanas se desempeñan en las labores que desean sin impedimentos, aún la discriminación sigue latente e imperante.

En julio del 2021, Hana Khan, una piloto comercial, realizó una denuncia tras encontrar su fotografía y sus datos en una aplicación llamada «Sulli Deals», en la cual se hallaban imágenes de 83 mujeres musulmanas bajo el título de “ofertas del día”. “Sulli” es un término despectivo empleado por los trolls hindúes para referirse a las musulmanas.
La aplicación estuvo abierta durante 20 días y no se creó con el fin de realizar subastas reales, sino con el propósito de denigrar y cosificar a todas las mujeres que ahí se mostraban; mujeres que después de aquella situación cerraron sus perfiles en redes sociales para evitar que volviera a suceder. Las silenciaron.
Ahora, a comienzos del 2022, ocurrió algo muy parecido. Ismat Ara, una periodista musulmana, denunció una aplicación que la subastaba a ella y a más mujeres, ahora la app tenía el nombre de “Bulli bai”. En esta ocasión hubo dos detenidos: un estudiante de 21 años y una mujer.
La creadora de la aplicación fue una mujer, en este hecho radica lo más impactante, porque el odio, la repulsión viene de una congénere, se trata entonces de un desprecio que va más allá del género: se mezclan la religión, las etnias, las creencias… No cabe duda que el mundo está fragmentado y que el rechazo parece implacable.
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