Una brillante mujer fue quien sentó las bases de la ginecología y la salud femenina. Su nombre es Hildegard von Bingen, una exitosa y famosa todóloga que dedicó su vida a los estudios filosóficos, a las investigaciones científicas y a la escritura.
A pesar de las mesuras del siglo XII, esta innovadora mujer logró cautivar con sus descubrimientos y aportaciones a la sexología.
Era conocida como Sibila de Rin y al contrario de lo que otras mujeres vivieron durante esa época, ella contó con todo el apoyo de las élites políticas y religiosas para ejercer como científica y adquirir conocimientos.
Desde muy niña mostró verdaderos dotes intelectuales y su curiosidad e interés intelectual es comparada con la del mismísimo Da Vinci. Sin embargo, también a una corta edad, fue llevada a un internado religioso.
A pesar del encierro, Bingen encontró la manera de seguir cultivando su mente a través de la lectura, así que motivó e incentivó sus pensamiento mediante la escritura.
Fue incentivada por Jutta von Spanheim para aprender latín, además de inculcarle el amor por la música. A los 9 años, Hildegard comenzó a experimentar alucinaciones con sensaciones auditivas y visuales, pero gracias a los cambios que trae consigo la adolescencia, sus problemas de migraña se fueron.
La erudita siempre tuvo la posibilidad de ver visiones y adelantarse al futuro. Para la edad adulta, sólo ella y su mentor el monje Volmar de Disobodenberg sabían de sus habilidades, fue así como a los 38 años tuvo una visión que revelaba su misión en el mundo: crear y transmitir conocimiento.
Fue así que el Papa, máximo poder del Vaticano, le otorgó el permiso para escribir y describir sus visiones como relatos sagrados. En 1141 escribió su primer libro “Era Liber Scivias”, el cual abordaba la creación de la Tierra basado en un plano cosmológico de la cultura griega.
Para entonces, la abadesa Hildegard von Bingen comenzó a ser reconocida como la voz de Dios. Las creencias sociales la convirtieron en una verdadera figura de culto, respeto y devoción, tanto que fue nombrada por los creyentes católicos como “Sibila del Rin”.
Con toda una sociedad apoyándola, Hildegard continuó extendiendo su conocimiento y se especializó en la medicina natural para más tarde convertirse en sanadora.
Unas de sus más importantes atribuciones a la ciencia fue la enciclopedia Physica (Liber Simplicis Medicinae). En sus páginas describe a detalle las aplicaciones de las plantas como medicinas naturales que benefician al cuerpo y al tratamiento de enfermedades; aborda la importancia del disfrute sexual y de su relevancia dentro de la vida de cada ser humano.
En Causa et curae ofrece información sobre los síntomas de la menstruación, sus causas y posibles padecimientos relacionados con la mala alimentación.
Fue así como esta extraordinaria mujer forjó un legado que hasta hoy en día es cimiento en los avances científicos de la humanidad. Hildegard von Bingen luchó por sus ideales, por el conocimiento y por quienes no tuvieron las mismas oportunidades que ella. Además de aprovechar su inteligencia, se destacó por su empatía y carismática sensibilidad para tratar problemas ajenos.
Murió a los 81 años, rodeada de admiración, amor y respeto. Sus aportaciones le otorgaron en el 2010 el título de Doctora de la Iglesia dado por el Papa Benedicto, quien también se refirió a ella como la profetisa y santa Hildegar von Bingen.
@reinasdelaselva
Fuente: La mente es maravillosa