Por muchos años la ciencia ha cerrado sus puertas a las mujeres. Conocemos la vida y obra de cientos de hombres a los que debemos gran parte de los avances científicos, tecnológicos e históricos de nuestra era, pero ¿por qué nunca hemos escuchado hablar de una mujer en la astronomía?, ¿por qué las aportaciones intelectuales se las debemos sólo al género masculino?
El estudio del universo ronda una inalcanzable variante de teorías, supuestos y condiciones a las que muchos astrónomos se han enfrentado. “La constante de Hubble” es un paradigma que sigue sin ser entendido del todo, puesto que hasta hoy día sólo sabemos que el universo se expande a una cierta velocidad, pero desconocemos cuál es la constante.
El debate sobre “La constante de Hubble” parece no terminar y cada vez son más lo científicos que se suman a esto arduo trabajo de investigación. Recientemente fue publicado un artículo por Nature Astronomy, ahí se explica la teoría de que probablemente el universo sea mucho más joven de lo que se ha pensado por años.
Al mismo tiempo la publicación dio pie para hablar sobre Henrietta Swann Leavitt, la científica que aportó a la ciencia astronómica la cinta para medir las distancias cósmicas.
Pese a su inteligencia y aportaciones a la astronomía, sus logros no fueron reconocidos a gran escala y fue hasta que llevaba 4 años de haber fallecido que fue propuesta para recibir el Premio Nobel. Por el contrario, quién recibió todos los aplausos de sus investigaciones fue su mentor Edward Pickering, director del Observatorio Astronómico de Harvard.
El personaje que más se vio beneficiado con Henrietta fue Edwin Hubble; gracias a las contribuciones de la científica, el astrónomo pudo comprobar que el universo es mucho más grande de lo que se pensaba.
Tiempo después , la apasionada astrónoma se incorporó al equipo de computadoras humanas en 1893, se concentró en sus estudios sobre las estrellas y en 1904 descubrió mil 777 estrellas variables. Gracias a su ímpetu logró establecer una relación entre el brillo de 16 estrellas y su periodo de pulsación (duración de destello).
Por otra parte Pickering, el impulsor de la astrofotografía, comenzó a realizar estudios sobre las fotografías tomadas por un telescopio. El trabajo era duro y realmente demandante, por lo que decidió formar un equipo de trabajo femenino que le ayudara a ordenar todo el caos de las observaciones y dar una interpretación coherente a las mismas.
Para entonces la universidad solo era un privilegio otorgado a los hombres, por lo que estas mujeres habían aprendido lo que sabían sobre astronomía por los conocimientos de personas cercanas a ellas y por el gusto de la investigación. Además de tener prohibido el voto, también se les negaba usar el telescopio, ya que eso sugería que estuvieran solas en la noche, un acto repudiable y mal visto.
Pese a esto, el grupo de mujeres descubrió 10 novas y fue capaz de explicar teorías astronómicas dignas de un verdadero universitario. Su inteligencia y pasión por la ciencia les permitió destacar en una sociedad dominada por el género masculino. Trabajaban de lunes a sábado y a cambio recibían 25 centavos por cada hora de esfuerzo.
Una de estas trabajadoras, Annie Jump Cannon, diseñó un avanzado sistema para clasificar las estrellas con base en su color y temperatura; dicho modelo fue adoptado por la Asociación Astronómica en 1922 y continúa vigente hasta el día de hoy.
El papel de las mujeres en la astronomía fue de vital importancia, pero lamentablemente no fueron mencionadas en los créditos de tan exitosas y destacadas investigaciones.
Fuente: XL Semanal