«Fue una de las primeras arquitectas en un entorno esencialmente masculino y siempre se le ha casado profesionalmente con un hombre, cuando Charlotte era una mujer libre y autónoma», explicó Jacques Barsac, comisario de la exposición y biógrafo de Perriand.
Charlotte Perriand fue una pionera del diseño en un mundo de hombres a mitad del siglo XX. “Lo siento, aquí no bordamos cojines” fue la respuesta que consiguió tras pedir trabajo en uno de los mejores despachos de arquitectura en París con tan sólo tenía 24 años de edad.
Nació en 1903 en París, estudió diseño inmobiliario en la “Ecole de l’Union Centrale des Arts Décoratifs” y a la edad de 24 años entró como encargada del mobiliario y el interiorismo al taller de Le Cobusier y Pierre Jeanneret, en el que pasó más de 10 años perfeccionando sus conocimientos, para después abrir su propio estudio.
Se dedicó a las investigaciones con madera, después arquitectura de montaña. En la Segunda Guerra Mundial quedó atrapada en Vietnam, donde aprendió las técnicas locales de artesanía en madera y tejido.
También se involucró en el activismo político y se decía que uno de sus ideales era que existiese un gobierno exclusivamente femenino.
Se abrió camino en una época en que las mujeres no estudiaban y menos trabajaban, y fue responsable de creaciones que a la fecha aún resultan modernas, por lo que se extendieron por tres cuartos de siglo.
No sólo le interesaba la arquitectura, por un momento también estuvo interesada en la fotografía y la investigación, y de igual manera fue una de las creadoras de la “Unión de Artistas Modernos, que reclama un arte moderno”.
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